24 de octubre de 2015

Día 1: Milán desde los tejados del Duomo

En torno a una hora más tarde llegamos a la estación Porta Garibaldi de Milán. Antes de dar la primera vuelta de reconocimiento por la ciudad, fuimos a hacer el check-in en la Residenza Cenisio.

Si no os alojáis en una zona céntrica y para llegar a la zona monumental vais a depender del transporte público, lo más práctico es comprar el abono transporte de 24 o 48h.

En nuestro caso, hicimos números y decidimos comprar el abono transporte de 48h (8.25€/persona). Dejamos las maletas en el estudio y fuimos a comprar provisiones para el desayuno al Carrefour Market de la Piazza Diocleziano. Con todos los deberes terminados, ¡ya estábamos preparados para descubrir la ciudad!

En 25 minutos de tranvía nos plantamos en la Piazza del Duomo. Objetivo: las taquillas para acceder a las cubiertas de la catedral (antes del atardecer). Por suerte, a esas horas no nos tocó hacer mucha cola. Hay dos tipos de entrada: subida a pie (8€/persona) o en ascensor (13€/persona). Decidimos jugarnosla y subir a pie. No nos arrepentimos, las escaleras son muy cómodas, anchas... en ningún momento la subida se hizo pesada ni agobiante. Una vez arriba, podemos disfrutar de una vista distinta de la catedral (pináculos, estatuas, gárgolas), cuyo punto más alto es la Madonina:





Al bajar de las cubiertas nos acercamos a tomar el "aperitivo" a la casa Lodi. Por 10€ nos tomamos un spritz y un cóctel no alcohólico, acompañado de bresaola, quesos y otros productos típicos de la región de Lodi. No era un aperitivo con mucha variedad, pero el queso estaba espectacular.


Cuando salimos de allí, nos dirigimos hacia la galería de Vittorio Emanuele. Se trata de un edificio impresionante diseñado en el s.XIX, cubierto por una bóveda de cristal, donde se encuentran tiendas de marcas exclusivas y que nos llevaría desde la Piazza del Duomo a la Piazza della Scala. Fue fácil encontrar en el suelo el toro y el punto sobre el que hay que dar tres vueltas girando sobre el talón para tener buena suerte. 


Tras ver el exterior del Teatro della Scala, dimos un paseo por el barrio de Brera, donde nos tomamos un rico helado y cogimos el tranvía para volver al estudio a descansar. El itinerario seguido fue el siguiente:

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