5 de febrero de 2016

Rincones de Sevilla: Monasterio San Isidoro del Campo

Con esta entrada vamos a inaugurar una nueva sección: Rincones de... Porque queremos que se les dé una oportunidad a lugares que nos han sorprendido gratamente y no suelen estar dentro de los circuitos turísticos habituales.

El sábado pasado nos acercamos a Santiponce a conocer el Monasterio de San Isidoro del Campo de mano de Ispavilia. Ya hemos participado en otras rutas suyas y ¡seguimos repitiendo! Son rutas preparadas principalmente para sevillanos (también válidas para los adoptivos), con recorridos muy bien documentados, rigor histórico y muchas anécdotas, una de las mejores maneras de conocer nuestra ciudad.

No tenemos problemas en aparcar en los alrededores del monasterio (c/Guzmán el Bueno). Tened en cuenta que se accede a éste por la avenida de San Isidoro.

Esperamos en el patio de los naranjos al comienzo de la visita. En este caso es María quien nos va a guiar a través del monasterio. Desde el exterior podemos observar que es un monasterio-fortaleza de estilo mudéjar, ¡con almenas incluidas! Nos sorprende su aspecto de fortaleza, aunque la explicación es bastante lógica, se construye tras la Reconquista de Sevilla y aún no estaban definidas las fronteras cristianas.


El edificio ha cumplido diferentes funciones a lo largo de la historia, uso religioso, fábrica de tabaco y cerveza, cárcel de mujeres... y fue objeto de desamortización y expoliaciones. Vamos a descubrir el monasterio que ha llegado hasta nuestros días.

Es una construcción caracterizada por el uso del ladrillo, aunque se emplea la piedra en algunos elementos estructurales como portadas, arcos, ventanas o nervios. La portada por la que accedemos al interior es claramente mudéjar, con varias arquivoltas superpuestas y decorada con lacería musulmana con motivos geométricos en dos colores.



A su izquierda observamos una puerta cegada, la Puerta de los Muertos, decorada con estrellas de ocho puntas en las que figuran los escudos de las familias Guzmán y Osorio.



Un dato curioso es que el monasterio está formado por dos iglesias góticas yuxtapuestas. La primera capilla funeraria la construyó Guzmán el Bueno para ser enterrado junto a su esposa María Alonso Coronel. Su hijo construyó otro templo paralelo a éste, para ser enterrado con su mujer, al no querer su padre que en su capilla se enterrasen a otros miembros de la familia. En la actualidad, ambas iglesias están comunicadas por un arco.

Tal y como se ha preparado el recorrido, las iglesias se visitan en último lugar, aunque al pasar por delante, llaman nuestra atención los retablos. Nuestra primera parada es un coro labrado en madera del s.XVII. Hay una gran cantidad de sitiales, lo que da una idea de la importancia de este monasterio en el pasado.  


Dejamos atrás las iglesias y pasamos de largo por el claustro de los Muertos, para no molestar a otros grupos. Nos dirigimos hacia el claustro de los Evangelistas, la zona más ricamente decorada, ya que comunicaba el monasterio con la hospedería. Es sorprendente el estado de conservación en que han llegado algunos frescos a nuestros días; ciertamente estos murales son de gran calidad. ¿Por qué se llama de los evangelistas si no hemos visto ninguno representado? Todos se han perdido, excepto San Mateo que está en el Museo Arqueológico.


En la siguiente fotografía observamos un detalle curioso, dos calamares. Sí, habéis leído bien, calamares rodeados por un marco de lacería islámica. Es la divisa de Enrique de Guzmán, conde de Niebla que hace un guiño a su amada con un juego de palabras. En latín, calamares es calamaros que significa conviene amaros... ¡Un romántico!


Volvemos nuestros pasos hasta el claustro de los Muertos. Es un patio rectangular de dos cuerpos, rodeado de galerías formadas por arcos de medio punto enmarcados por alfices.

 

Inicialmente estuvo completamente policromado, pero en el s.XVI, parte de esas primitivas pinturas se deciden cubrir con azulejos.

 

Sin embargo, en sus paredes aún podemos observar composiciones de lacerías (arte islámico) mezcladas con  motivos vegetales (arte gótico).

 

En este claustro se enterraban monjes (sus tumbas se pueden reconocer según la disposición de las baldosas) y también familias acomodadas, que sufragaron altares y retablos en este patio.

 

Accedemos a la Sacristía, donde destaca el retablo de la Virgen de la Antigua.


Contigua a la Sacristía nos encontramos la Sala Capitular. En el s.XVII se reformó esta sala en altura y amplitud. La bóveda original de crucería se ocultó con la bóveda de cañón rebajada actual. También se dispuso una decoración clasicista que ocultó frescos medievales. Llaman la atención los trampantojos utilizados en esta sala, para mantener una simetría: puerta real frente a puerta pintada, ventanas reales en un lateral frente a ventanas falsas.

 
 

Entramos también a la Capilla del Reservado, donde se custodiaba el Santísimo el Jueves Santo. Es una capilla muy pequeñita, dedicada a la Virgen María, con todas sus paredes y bóvedas decoradas con pinturas del s.XVII. El retablo de Santa Ana con el niño es obra de Martínez Montañés.



De regreso al claustro, entramos en el Refectorio, la zona donde comían los monjes. Actualmente este espacio se ha musealizado, pero lo que realmente destaca es una Sagrada Cena que preside la sala. Se intenta dar expresividad en los rostros de los discípulos e incluso introducir la perspectiva, obsérvese a Judas colocado diagonalmente y algunos de los elementos dispuestos sobre la mesa. Es curiosa la decoración del mantel con motivos islámicos.

 

Para terminar la visita volvemos a las iglesias. En la iglesia conventual llama la atención el retablo de Martínez Montañés. Para realizar la figura de San Jerónimo se inspiró en la de Torrigiano que se conserva en el museo de Bellas Artes. También realizó los sepulcros de Guzmán el Bueno y su mujer, dos de las tres únicas obras civiles de este autor.


   

En la iglesia más "moderna" se aprecian elementos góticos. Pero el detalle que me parece más interesante es el sepulcro de doña Urraca, en el que también se ha representado a la doncella que murió quemada con ella para proteger su honradez, se abrazó a ella para que no se le subiese la falda mientras era quemada en la hoguera.



Se sigue utilizando esta iglesia como panteón funerario de la casa de Medina-Sidonia.


Es una lástima la escasa difusión que se hace de esta joya monumental, que necesitaría seguir restaurándose. Confío en que no hayamos sido de los últimos visitantes que han podido disfrutar de este monasterio, que se enfrenta a un posible cierre. El domingo pasado los trabajadores tenían prevista una huelga.

  •  Horario:
    • Octubre-Marzo: X-J 10:00-14:00; V-S 10:00-14:00, 16:00-19:00; D 10:00-15:00
    • Abril-Septiembre: X-J 10:00-14:00; V-S 10:00-14:00, 17:30-20:30; D 10:00-15:00
  • Entrada gratuita
  • Visita guiada Ispavilia: 8€ 

2 comentarios:

Que sitio mas bonito!! Tomo nota para no perdermelo la proxima vez que vaya a Sevilla. Gracias!!!

¡Me alegro de que te haya gustado! Es un gran desconocido, no recibe tanta publicidad como su vecina Itálica, pero merece la pena descubrirlo.

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