2 de febrero de 2018

Día 7 (II): Colmar, una ciudad pintoresca de obligada visita

Acabamos de salir de un pueblo de cuento y nos encaminamos hacia otro, en este caso mucho más conocido y turístico: Colmar. Es un imprescindible si visitáis Alsacia, con coloridos rincones con encanto como la Petit Venise o el Quai de la Poissonnerie.


Tras varios intentos infructuosos de aparcar en la zona azul "relativamente cercana" al casco histórico, conseguimos aparcar el coche en la avenida Foch, de manera gratuita y en un hueco no reservado para residentes, muy cerca de la avenida Georges Clemenceau, a unos 15-20 minutos del centro andando.

Gracias a este paseo no planeado, descubrimos en una esquina del Parc du Champ de Mars un carrusel de principios del s.XX. El tiovivo en madera más grande de Francia, todavía en funcionamiento para disfrute de niños y adultos y protegido de las inclemencias del tiempo por una galería de cristal circular.


Camino a la oficina de turismo (Place des Unterlinden) nos topamos con la Maison des Têtes, que debe su nombre a las más de 100 máscaras que decoran este bello edificio renacentista alemán. Levantad la cabeza para distinguir en su parte superior el pequeño tonelero realizado por Bartholdi, ya que desde finales del s.XIX, la casa ha pertenecido a un sindicato de viticultores. En nuestra foto nos lo hemos cargado, ¡ouch!




Tras conseguir unos planos en la oficina de turismo, es hora de buscar dónde comer. Y aquí es donde hicimos un gran descubrimiento, Le Frichti's, en el Quai de la Poissonnerie. ¡Que por desgracia acabo de ver que ya no existe! ¡¡¡Aaaaaah!!! Nosotros que siempre decíamos: "Conocemos en Colmar un sitio donde se come genial..." Pero no por ello voy a dejar de dar mi opinión... Una relación calidad/precio perfecta, una atención inmejorable, una presentación de los platos espectacular, un lugar en el que nosotros con nuestras "pintillas" de viajeros no desentonábamos demasiado. Elegimos dos menús ejecutivos (21€/menú) y casi nos da un telele cuando el camarero dijo que sólo quedaba para uno... Pero el chef consiguió sacar comida suficiente para los dos menús, abundante para ser platos "gourmet". Tuvieron varios detalles que nos gustaron: un gazpacho de aperitivo para la espera, un dulce casero para acompañar el café y una visita del chef al terminar la comida.




¡Qué bien hemos comido! ¡Salimos felices y un poco más redondos! Al otro lado del puente se encuentra el mercado cubierto, un edificio de ladrillo y piedra con estructura metálica construido en 1865 que ha tenido diversos usos hasta que recuperó su función como mercado en septiembre de 2010.

Seguimos nuestro paseo a lo largo del Quai de la Poissonnerie. Un barrio muy pintoresco y colorido, con típicas casas de entramado de madera y restaurantes encantadores al borde del agua. En el pasado fue el barrio de los pescadores, donde se almacenaba y vendía el pescado. En el s.XVII fue devastado por un incendio, en el que una treintena de casas fueron destruidas y después renovadas de manera idéntica.

Y llegamos hasta la Petit Venise, que debe su nombre a la alineación de casas a ambos lados del pequeño canal que cruza Colmar. Después del puente que se extiende a lo largo del río Lauch, giramos a la derecha por la rue la Herse. No dudéis en pasear por esas pequeñas callejuelas tranquilas, románticas y menos frecuentadas.

Continuamos por la rue Saint Jean para descubrir la Maison des Chevaliers de St Jean. Esta casa tiene una arquitectura que nos recuerda a la de los palacios venecianos con sus galerías de arcadas en dos pisos y coronada por una balaustrada de piedra que conecta los dos edificios.


Continuamos hasta el Quartier des tanneurs (barrio de los curtidores), construido durante los s.XVII y XVIII y centrado en la producción de pieles lavadas en el río, a los pies de las viviendas. Su particularidad reside en la altura de las casas con entramados de madera, de hasta 6 pisos, terminados en áticos ventilados para secar las pieles.

Nuestros pasos nos guían hasta otro edificio emblemático de la ciudad, la Antigua Aduana o Koifhus. De él destacamos su tejado policromado. En la planta baja se almacenaban las mercancías  sujetas a impuestos municipales, mientras que en el primer piso estaba la sede de la federación de las diez ciudades imperiales alsacianas hasta el s.XVII cuando Alsacia se unió a Francia.


En su parte inferior albergaba una especie de mercado de artesanía.


Atravesamos el porche de la Antigua Aduana hasta llegar a la rue des Marchands. Descubriréis la famosa Maison Pfister (s.XVI), que debe su nombre a uno de sus propietarios. Una casa de concepción medieval, pero de estilo renacentista, adornada por un bello mirador en esquina y una larga galería de madera.



No dejéis de admirar sus frescos, con escenas bíblicas y profanas.


En la esquina de la casa vecina, llamada Zumkragen, descubrimos con sorpresa un personaje esculpido del s.XVII.


A la altura del número 12, entramos en un patio para descubrir un vestigio rural de época medieval, una antigua granja del s.XIV.



En esa misma calle nos encontramos la casa natal de Bartholdi, convertida en un museo que alberga sus obras. ¿Sabíais que el creador de la estatua de la Libertad de Nueva York era de Colmar? Por ello, no os sorprendáis si en una rotonda (dirección Estrasburgo) os encontráis una réplica igual a esta estatua.


Continuamos nuestro paseo hasta la colegiata de San Martín, aunque algunos se refieren a ella como catedral, una obra importante de la arquitectura gótica en Alsacia. Aquí también observamos tejas de cerámica vidriada donde predomina el color verde.


La torre sur fue víctima de un incendio que destruyó su estructura en el s.XVI, cuando fue reemplazada por una cúpula en forma de bulbo, muy original, que da al edificio su silueta característica. 


Las puertas exteriores tienen tímpanos tallados, como el de San Nicolás, en el que su temática es el Juicio Final.


En su interior podéis ver unas maravillosas vidrieras del s.XIII.


Al salir, en la plaza de la Catedral, encontramos la singular Maison Adolph, considerada como una de las casas más antiguas de Colmar. La reconoceréis gracias a sus ventanas ojivales, semejantes a las de la colegiata.

Terminamos nuestro paseo por Colmar por la rue de Serruriers hasta llegar a la animada Place des Dominicains.


De vuelta a Dieffenthal, decidimos parar en Châtenois, otro pueblo de la ruta del vino. De los 115 cementerios fortificados que existían en Alsacia, sólo quedan 5, siendo el más grande y mejor conservado el de Châtenois.

Es un perímetro fortificado que englobaba la iglesia y su barrio y servía de refugio a los habitantes en tiempo de conflictos. Está protegido por una doble muralla en forma rectangular con esquinas redondeadas, zanjas y varias torres de las que sólo persiste la Torre de las Brujas. La segunda muralla data de finales de s.XIV.


Desde cualquier lugar del pueblo podemos ver el espectacular campanario de la iglesia de San Jorge, clasificado como monumento histórico.


La Torre de las Brujas es una puerta gótica que data del s.XV. Es una de las puertas más bellas de Alsacia y una de las más representadas.

Al contrario que otros pueblos en la ruta del vino, Châtenois no tiene mucho más que ofrecer, no hay apenas "casas de cuento". No nos convence ningún sitio para cenar, así que volvemos hacia Dambach la Ville, al restaurante que hace dos días encontramos cerrado. En la terraza de À la vignette,  compartimos una ensalada alsaciana y otra del chef (30€).

Nos vamos pronto a descansar. Es nuestra última noche en Alsacia y al día siguiente nos esperaba una jornada muy intensa.

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