11 de marzo de 2018

11 de marzo de 2018 - , Sin comentarios

Día 8 (I): Sélestat, tras los pasos del león y el gigante Sletto

¡Y llegó nuestro último día en Alsacia! La mañana se ha levantado lluviosa, pero no nos podemos quejar, porque para ser mediados de septiembre, todos los días ha hecho un tiempo genial.

La primera parte del día la dedicamos a descubrir Sélestat. Inicialmente no estaba incluida en nuestra ruta, pero como nos encontramos un folleto curioso en nuestro alojamiento y teníamos que hacer una parada en esta localidad para devolver las llaves a su dueño, decidimos darle una oportunidad. ¡Y nos sorprendió gratamente!

Aparcamos el coche cerca de la Tour Neuve y seguimos las huellas del león literalmente. El suelo está marcado con flechas que guían al visitante a través de los pasos de un león y de un gigante. El león forma parte del emblema de la ciudad y el gigante Sletto según la leyenda fundó Sélestat y le dio su nombre. El recorrido dura aproximadamente 2 horas y cuenta con 24 etapas. Cada una de ellas está marcada con una placa de bronce y un número.


La Tour Neuve formaba parte de la segunda muralla construida en 1280. Con el desarrollo de la artillería, sufrió varias modificaciones durante el s.XVII: un segundo cuerpo de mampostería sobre el que se abrieron unas cañoneras y un tejado en forma de bulbo.



Según nos vamos acercando a la torre nos sorprende el fresco de la Crucifixión. En la escena aparecen dos figuras ligadas a Sélestat: Santa Fe, reconocible por la parrilla en la que fue torturada y San Cristóbal con un niño Jesús sobre los hombros. No dudéis en atravesarla para ver otros dos frescos en su interior: uno que representa los gremios de la ciudad durante la Edad Media y el otro con una escena de caza y vendimia.

Recorremos un tramo de la rue des Chevaliers, una calle comercial, observando las bellas fachadas pintadas.



Retrocedemos hasta la sinagoga. Tiene planta central con forma de cruz griega, utilizada comúnmente en la construcción de sinagogas renanas. En la fachada vemos representadas las Tablas de la Ley y sobre la puerta principal una inscripción hebrea que reza: "Ésta es la puerta del Señor, sólo los justos la cruzarán."


Nuestra siguiente parada es en el Arsenal Sainte-Barbe. Nada más entrar en la plaza, nos sorprende su silueta característica. Construido en el s.XV, su función inicial era de almacén, antes de ser transformado en arsenal en el s.XVI. En este momento se dedicó el edificio a Santa Bárbara, patrona de la artillería. A finales del s.XIX se transformó en salón de festejos, para ello se agrandaron las ventanas del primer piso, construyéndose la escalera neogótica y un elegante porche.

Sobre la acera podréis leer unos versos de Erasmo de Rotterdam en homenaje a la ciudad de Sélestat.


En una esquina del arsenal nos encontramos una pequeña estatua de Santa Bárbara. Cuenta la leyenda que fue encerrada  en una torre por su padre para impedir que se convirtiera al cristianismo. A pesar de ello, consigue ser bautizada. Su padre al enterarse entra en cólera, la decapita y cae directamente fulminado por un rayo. Por eso se convirtió en patrona de la artillería.


¡La mires por donde la mires, la Torre Nueva es muy fotogénica!


A la vuelta de cualquier esquina vemos rincones que llaman nuestra atención.



El restaurante La Vieille Tour presenta una fachada extraña, en la que literalmente está integrada una torre, restos de la primera muralla de la ciudad.


Justo enfrente tenemos una escuela, edificio característico de la arquitectura de la época alemana de la ciudad. Se construyó en el emplazamiento del antiguo convento de los franciscanos. ¿Os habéis fijado en el mecanismo que sirve como campana?


Al lado tenemos la iglesia protestante. El tímpano evoca de manera figurada un verso del Evangelio de San Mateo: "Uno sólo es vuestro Maestro y vosotros sois todos hermanos", en la que varias manos se tienden hacia las de Cristo.


Como hemos podido comprobar en este recorrido, en Sélestat hay muchos edificios medievales y renacentistas. Uno de los más interesantes es la casa Ziegler, de la que destacamos la decoración de su balcón. Nos damos cuenta de que faltan una serie de medallones, perdidos durante la Revolución Francesa y en los que estaban representados arquitectos, artistas y eruditos de la antigüedad griega y romana.


Las flechas nos llevan hasta los baños municipales. Su decoración nos recuerda la función del lugar. Hay bajorrelieves de peces, náyades, caballitos de mar, patos, cisnes..., animales que tienen un vínculo especial con el agua.


Al igual que la escuela, el Tribunal también pertenece a la época alemana. Sobre la puerta del tribunal hay un búho, animal nocturno símbolo de la inteligencia y reflexión. Su papel aquí también es recordar que la justicia puede ver en la más absoluta oscuridad y discernir la verdad. A cada lado tiene un león alado, uno que sostiene un escudo con una espada y el otro con una balanza, símbolos tradicionales de la justicia: equilibrio, mesura y la fuerza de la ley.



En el horizonte podemos ver el Château d'Eau, construido a principios del s.XX e inspirado en el de Deventer, para proporcionar  a la ciudad agua potable.



Y llegamos hasta la Commanderie Saint-Jean, donde se encuentra la oficina de turismo. ¡A ver si vosotros tenéis la oportunidad de observar la escalera renacentista de la torre! En horarios de oficina, si abrís la puerta de la torre, descubriréis esta bonita escalera, cuya particularidad radica en su parte central helicoidal


La Biblioteca Humanista es uno de los edificios más conocidos de la ciudad. Recopiló obras de las colecciones de la Escuela Latina de Sélestat y del humanista Beato Renano, entre las que hay manuscritos e incunables muy valiosos. En el momento de la visita estaba en obras, aunque para las fotos salvamos bastante bien las vallas.



La siguiente parada es el Hôtel d'Ebersmunster. La torre de su fachada sur, con sus ventanas inclinadas y su escalera en forma de hélice, es semejante a la que acabamos de ver en la Commanderie Saint-Jean.



En la actualidad, el acceso al edificio se hace por la Cour des Prélats (fachada sur), aunque no siempre fue así. El rico portal labrado de su fachada norte, nos lo recuerda. ¿A qué ambas fachadas parecen pertenecer a distintos edificios?


Retrocedemos hasta la iglesia de la Sainte-Foy. Inicialmente fue una pequeña capilla, mandada a construir por la condesa Hildegarde de Buren en el s.XI, de la que todavía persiste su cripta. Allí se puede ver una máscara mortuoria de una mujer de la que no se conoce la identidad.

En el s.XII los monjes benedictinos de Conques decidieron ampliar la iglesia. Siglos después, con la llegada de los jesuitas, se hicieron bastantes modificaciones a su gusto, principalmente en estilo barroco. A finales del siglo XIX, se restauró la iglesia de acuerdo a su aspecto original, eliminando los elementos barrocos, armonizando la altura de las dos torres y terminándolas en flechas romboidales.


Prestad atención a la ornamentación en las arquivoltas y capiteles de la entrada, así como a los frescos del tímpano, que representan un Pantócrator rodeado por los símbolos de los cuatro evangelistas.




La bella iglesia de Saint-Georges nos espera en la próxima estación. De estilo gótico, en el exterior destacamos la altura de su torre (60m), la segunda más alta de Alsacia.



En el interior nos espera un tesoro, las vidrieras del coro, en parte del s.XV.



También llama nuestra atención el púlpito renacentista, labrado en piedra.


Rodeamos la iglesia y también observamos las típicas tejas de cerámica vidriada donde predomina el color verde.


Nos despedimos de Sélestat dando un paseo por uno de sus barrios más encantadores, el más antiguo de la ciudad, el quartier des tanneurs. ¡Hemos vuelto a descubrir otro pueblo de cuento!




Buscamos un sitio donde comer rápidamente y nos dirigimos sin prisa pero sin pausa a una de las últimas etapa de este viaje: el monte de Sainte Ódile.

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