13 de abril de 2018

Día 1: Ruta por la Maragatería

Con esta corta escapada os queremos descubrir una comarca de León que se extiende entre Astorga, los montes de León y la sierra del Teleno: La Maragatería

Un recorrido que os podéis plantear para conocer esta zona es la Ruta del Oro. Debéis saber que en la época de los romanos, la actividad principal pasó a ser la minería, concretamente, la extracción de oro de los ríos mediante el lavado del terreno. Surgieron nuevos asentamientos cerca de las explotaciones que albergaban a la mano de obra como Turienzo, el Ganso o Rabanal. Aún hoy existen muchos vestigios visibles de esta actividad minera, como demuestran los restos de los depósitos de agua de la Fucarona, la laguna artificial de la Cernea o las murias, resultado de las acumulaciones de cantos al lavar la tierra.

Pero nosotros nos vamos a centrar en una actividad que llegó a ser un fenómeno sociocultural y económico en toda España, desarrollada en esta comarca durante los siglos XVI al XIX. Debido a la pobreza de los suelos, al acaparamiento de tierras por parte de los nobles y eclesiásticos y a una localización estratégica en pleno Camino de Santiago, surgió la arriería. Algunos campesinos comenzaron a utilizar sus animales de carga en la estación de descanso de la agricultura para transportar mercancías pertenecientes a transeúntes y peregrinos hacia Galicia por el puerto de Foncebadón. Al retorno volvían cargados con mercancías poco propias de esta zona, como salazones de pescado, tejidos y productos de América que llegaban a los puertos gallegos. Poco a poco comenzaron a comerciar con las mercancías que traían y a llevar a Galicia los excedentes de estas tierras, llegando a crear grandes fortunas. El fin de esta actividad se produciría con la aparición del ferrocarril, mucho más rápido que sus mulas.

A las once y media de la mañana llegamos a nuestra primera parada, Santiago Millas, donde se encuentra el Museo de la Arriería


Aparcamos el coche enfrente del Ayuntamiento en el barrio de Arriba (como es lógico, también existe un barrio de Abajo) y sin rumbo fijo, deambulamos por sus calles observando una arquitectura tradicional: casas de piedra volcadas hacia un patio interior al que se accede a través de un gran arco o dintel, signo de la actividad arriera.  


En este pueblo nacieron personajes como Santiago Alonso Cordero, que ocupó, entre otros cargos, el de ministro de Gracia y Justicia de Isabel II y el de diputado a Cortes por Astorga. De su destacada posición y fortuna queda una casa-palacio.


Nos dirigimos hacia la iglesia, dedicada a Santiago Apóstol y en la que destaca una imagen de la Virgen de la Asunción del s.XVI. 


Nos la encontramos cerrada, como otras muchas en esta comarca, pero comenzamos con una nueva actividad: la subida de espadañas.


En este caso, se puede acceder por una escalera metálica de caracol, muy estable, obteniendo unas buenas vistas sobre el pueblo y las montañas.



Teníamos interés en profundizar sobre el pasado arriero de esta zona, pero el Museo de la Arriería estaba cerrado a cal y canto. Tened en cuenta que sólo abren fines de semana y festivos

Desde el punto de vista monumental, también nos llama la atención la torre de la capilla del Cristo de la Vera Cruz.


¿Estaremos delante de un pozo de los deseos? Es habitual encontrar por estas villas pozos públicos, que podían ser utilizados por todos los vecinos.


Para ser un pueblo pequeño, en el que no hemos podido visitar el museo ni la iglesia ni las capillas, hemos estado cerca de una hora descubriéndolo y haciendo fotos. Os recomendamos que paréis en él, no en vano está declarado Bien de Interés Cultural.

Continuamos dirección Luyego y paramos en el siguiente pueblo, Valdespino de Somoza. Subimos al campanario de su iglesia parroquial, esta vez por unas escaleras de piedra y contemplamos la villa desde lo alto.



Una vez en tierra firme, seguimos admirando la arquitectura tradicional típica de la Maragatería. A lo lejos nos llama la atención una torre de reloj, que pertenecía a una antigua escuela rural.


Y por la carretera comarcal llegamos hasta Lagunas de Somoza, donde nos espera una iglesia posiblemente construida sobre un templo visigodo-mozárabe. Conserva restos de una portada románica cuyo origen se remonta al s.XII. Se trata de un arco de medio punto apoyado sobre dos columnas con capiteles bastante deteriorados y cuatro canecillos que ahora sujetan un tejadillo de cristal (que para nosotros no pega ni con cola). 


En este caso no nos atrevemos a subir al campanario, tiene unos escalones de madera que no parecen muy estables.


Íbamos en busca de una enigmática torre-molino de viento, que querían convertir en un observatorio astronómico. Tras hacer fotos a la iglesia, nos giramos y vimos en el horizonte los restos de un torreón de base cilíndrica compuesto por mampostería y mortero.


A 4 kilómetros se encuentra Luyego de Somoza, conocido por la romería de Los Remedios, patrona de la Maragatería, que se celebra en su ermita el segundo domingo de octubre. Es una de las fiestas más interesantes y vistosas de la comarca, donde no faltan maragatos ataviados a la antigua usanza ni bailes tradicionales.


Sobre un portal nos espera una pareja de maragatos, a los que podemos ver con sus trajes típicos.


También destacamos la iglesia de San Esteban, del s.XVI. Otra típica iglesia maragata con su espadaña, cabecera cuadrada, pórtico y tres naves. ¿Queréis subir al campanario? 


¿Creéis que existe una mejor manera para conocer esta comarca que mediante la gastronomía? Habíamos reservado para comer un cocido maragato en el restaurante de nuestro alojamiento, la Posada Real Hostería Camino, en este mismo pueblo. ¡Qué hambre tenemos! ¿Suficiente para dejar los platos vacíos y relucientes?

Siendo el plato principal de la gastronomía de estas tierras, ¿qué es lo que lo hace tan especial? ¡Se come al revés! ¿Sabéis a qué puede ser debido? Nos han contado dos versiones de la historia. Ante una inminente batalla contra los franceses, optaron por comerse primero la carne, alimento más preciado y dejar para el final la sopa y los garbanzos, por si no hubiera tiempo. Y otra que nos parece más realista, en sus largos desplazamientos, el arriero maragato llevaba una fiambrera para conservar la carne de cerdo cocida. Al llegar a las posadas, se comían primero lo que llevaban en la fiambrera y después una sopa caliente para entrar en calor.

Primero te sirven las carnes y el relleno (morcillo, tocino, chorizo, costillas de cerdo, oreja, careta y morro de cerdo...), luego los garbanzos y la berza y por último la sopa de fideos. No fuimos capaces de terminarlo todo, pero dejamos un pequeño hueco para el postre, unas cañas de crema con helado de chocolate (19.5€/pers). ¡Comimos de lujo en un entorno espectacular!




Tras una pequeña siesta, y recibir una serie de indicaciones del dueño del alojamiento, decidimos seguir conociendo algún otro pueblo de la comarca.

Nos detenemos en Lucillo, un pueblo en el que predominan las casas tradicionales de piedra y cubiertas de losa, típicas casas de labradores. Aún conserva algunos pajares con cubierta de paja, de los pocos que perviven en la comarca. Desde la espadaña de su iglesia parroquial obtenemos esta instantánea del pueblo.


Nos aventuramos por la LE-6425 dirección Filiel en busca de los petroglifos de Peña Fadiel 1 y 2. Id atentos, cuando observéis el letrero de la junta girad hacia la izquierda por una pista de tierra de 750m. Al final encontraréis una pequeña explanada para aparcar. Unos 250m después os toparéis con dos grandes losas de piedra. 

Los petroglifos son manifestaciones de arte rupestre, posiblemente de la Edad de Bronce, grabaciones en rocas al aire libre en los que se distinguen motivos geométricos (cazoletas, círculos, espirales...). Nos ha supuesto una pequeña decepción, porque apenas se intuyen las grabaciones y en las fotos de los paneles parece que están más marcados... ¿no habremos encontrado las piedras correctas? 



Y nuestra siguiente parada es Santa Colomba de Somoza. Aparcamos cerca de la iglesia, ¡lástima que no se pueda subir a su campanario!


Nos damos un paseo por sus calles, donde destacan especialmente dos tipologías de viviendas: las casonas arrieras de grandes portalones y paredes sin ventana y construcciones populares labriegas, caracterizadas por bellas galerías acristaladas pintadas de vivos colores. 


¡Aquí también encontramos pozos!


Uno de los atractivos turísticos de esta población es su Casa-Museo, una típica construcción maragata con patio empedrado y corredor interior, que alberga una colección de piezas donadas por los vecinos, todas ellas relacionadas con la vida en esta zona. También debe ser interesante la antigua farmacia del pueblo, una botica museo decorada interiormente como una farmacia del s.XIX. ¡Qué pena que estén ambas cerradas!

La torre del reloj del ayuntamiento nos recuerda a la que vimos por la mañana en Valdespino.


¡Próximo destino: Turienzo de los Caballeros! Seguimos la carretera de entrada al pueblo, donde una bifurcación nos dirige a sus dos lugares de interés: en el extremo izquierdo el Torreón de los Osorio, en el extremo derecho la iglesia parroquial.

El Torreón de los Osorio es el único monumento civil leonés del s.XIV que se conserva en la Maragatería. Fue una fortaleza, que en su día sirvió para proteger las minas de oro y vigilar el camino de los peregrinos que iban a Santiago de Compostela. Aunque en la actualidad sólo pervive la torre del homenaje, de planta cuadrangular y robusta construcción.


Sin lugar a dudas, la iglesia de Turienzo es la más curiosa que hemos visto en estos días. Exteriormente tiene una estética muy peculiar, una mezcla de diferentes estilos arquitectónicos.


Pero lo que realmente nos sorprenden son las dos ventanas románicas y la restauración de los relieves de sus tímpanos, un arcángel luchando contra una especie de dragón y motivos florales y geométricos.


Por último, nos detenemos en Castrillo de Polvazares, sin duda el pueblo más turístico de la comarca, y por ello presenta una imagen mucho más cuidada que el resto.

Sólo los residentes pueden circular por las calles del pueblo, los visitantes debemos dejar el coche en el aparcamiento a la entrada. La belleza del pueblo reside en su magnífica arquitectura popular, casas que se remontan a los s.XVII y s.XVIII, lo que hace que no nos resulte extraño que haya sido declarado Conjunto Histórico Artístico.


Muchas de las viviendas reflejan las grandes fortunas alcanzadas por los arrieros de estas épocas y conservan sus escudos en las fachadas.


La típica casa arriera tiene un portalón de arco de medio punto que permitía la entrada de los carromatos a su interior. Todas se organizan en torno a este patio, que daba acceso a los almacenes y los establos. La cocina se sitúa en el centro de la casa y cuenta con un horno y una amplia despensa, mientras que en la parte superior estaban las habitaciones.


Tras las casas contemplamos como se eleva la espadaña de la iglesia, con cabecera cuadrada y un pórtico.


Parece que se ha detenido el tiempo, y en este atardecer podemos disfrutar casi nosotros solos de un pueblo en el que el color rojizo de las piedras de sus fachadas contrasta con los vivos colores de las puertas y ventanas.


A ambos lados de la calle Real os encontraréis muchísimos restaurantes para elegir donde comer un típico cocido maragato.

Y como no podía ser de otra manera, terminamos esta ruta circular por la Maragatería en su capital, Astorga. Ya ha anochecido y vamos en busca de un lugar para cenar, algo ligero, que aún sigue el cocido en nuestros estómagos, pero antes queremos dar una vuelta de reconocimiento para ver sus monumentos emblemáticos iluminados: la Catedral y el Palacio Episcopal.



Tapeamos en la taberna-restaurante Plaza Mayor, integrada dentro del hotel Astur Plaza: dos refrescos (con tapa incluida) y una tosta de salmón con mostaza dulce por 12.50€

Salimos a los soportales de la plaza justo al comienzo de la procesión de Lunes Santo. ¡Espectacular este escenario con su ayuntamiento de fondo!


Con esta imagen de la Semana Santa astorgana grabada en la retina nos dirigimos hacia Luyego. Nos vamos a descansar, al día siguiente nos esperaría otra "dura" jornada en la que nos adentraríamos en el Bierzo y en su Valle del Silencio.

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