23 de abril de 2018

Día 8 (II): Monte de Sainte Odile y Obernai

Tras seguir los pasos del léon en Sélestat, nos dirigimos hacia el Monte de Sainte Odile, un lugar de peregrinaje donde se venera la tumba de la patrona de Alsacia.



Cuenta la leyenda que el duque de Alsacia esperaba a su primer hijo, y aunque deseaba tener un varón, nació una niña ciega. Se enfurece tanto que ordenó que la asesinaran. Por esta razón, su mujer confió el bebé a una nodriza que la llevó a un convento en Borgoña. Al bautizarla recuperó la vista, por lo que la llamaron Odile, "hija de la luz". 

Años más tarde su hermano pequeño decidió ir en su busca. Regresaron juntos a Hohenbourg, donde el duque golpeó mortalmente a su hijo. Arrepentido, permitió a Odile quedarse allí. Enfrentada a la obstinación de su padre, que quería obligarla a casarse con un joven príncipe, huyó, ya que rechazaba este matrimonio por amor a Dios. Llegó hasta la Selva Negra, cerca de Friburgo. Aquí es donde, según la tradición, se habría abierto una roca, donde Odile se refugió. El duque por fin entendió el destino de Odile y la recibió de nuevo en Hohenbourg. Presionado por el obispo de Autun, donó el castillo a su hija, donde Odile fundó un convento del que ella sería la primera abadesa. Convento que se ha convertido en un complejo turístico con hotel y restaurante y en el que nos encontramos hoy.

Desde el aparcamiento sale un camino que nos lleva a recorrer las estaciones de un vía crucis representado en cerámica con tonalidades azules sobre las rocas y que termina debajo del santuario en una pequeña gruta de Lourdes. 



También nos acercamos hasta la fuente donde, según la tradición, Sainte Odile hizo brotar agua al golpear la roca con un bastón, agua que curó la ceguera de un ciego sediento. Hasta aquí vienen peregrinos afectados por enfermedades oculares a lavar sus ojos con el agua de esta fuente.


Subimos hasta la terraza del convento, que ofrece una maravillosa panorámica sobre el bosque, la llanura de Alsacia, los Vosgos y, en los días más claros, la Selva Negra.


En la terraza podemos ver dos capillas espectaculares, decoradas con bellos mosaicos dorados.

La capilla de las lágrimas está construida en el lugar en el que estuvo el cementerio en la Edad Media. En esta capilla la Santa lloró la muerte de su padre y rezó hasta obtener la salvación de su alma. 




La capilla de los ángeles está construida sobre un saliente en la roca, en época romana fue posiblemente una torre de vigilancia. Está decorada con temas alusivos a los ángeles.




Para iluminar ambas capillas hay que introducir una moneda de 1€. Aunque en esta última, la ubicación de la lámpara y sus sombras, no nos permitieron tomar fotos en condiciones.

En el interior del convento no os podéis perder la capilla románica, la basílica, el claustro y la tumba de la Santa, un sarcófago del s.VIII de mármol donde reposan sus reliquias.


Nos dirigimos hasta la última parada de nuestro recorrido por la Alsacia: Obernai. Dejamos el coche en un aparcamiento gratuito, al lado de las murallas, a unos cinco minutos andando del centro.

Como tenemos muy poco tiempo para disfrutar de esta ciudad antes de que salga nuestro tren de Estrasburgo, vamos hacia la oficina de turismo para que nos indiquen cuáles son los "imprescindibles". Pagando 1€ nos entregan un plano con un circuito de descubrimiento del casco antiguo, un recorrido de una hora.

La Plaza del Mercadocentro medieval de Obernai, está rodeada por algunos de los edificios más emblemáticos de la ciudad, el Beffroi, el ayuntamiento y el Mercado del Trigo. Desde el año 1301 se celebra el mercado semanal del jueves por la mañana.

El Beffroi cumple una función triple: torre de la ciudad, atalaya y campanario de la capilla de la virgen.


El Mercado del Trigo es un edificio renacentista pintado completamente de blanco en el que se mezclan elementos góticos, y que fue utilizado como carnicería pública y almacén de trigo. La fachada está adornada con dos cabezas de reses y escudos de la ciudad de Obernai.


Nos acercamos hasta el pozo de los seis cubos, un brocal circular con tres columnas de capiteles corintios que soporta un baldaquín adornado con esculturas. De estilo renacentista, en su origen el pozo estuvo pintado.


Muy cerca encontramos la iglesia de San Pedro y San Pablo. Aunque no lo aparente, la iglesia actual es de finales del s.XIX. Construida con arenisca rojiza, ¿no os recuerda la piedra a la catedral de Estrasburgo?


¿Nos acompañáis a su interior? Allí descubrimos que predomina una decoración neogótica. ¡Levantad los ojos y no os perdáis la bóveda!



¿Os habéis fijado en este precioso púlpito neogótico labrado en madera y policromado?



En el coro se encuentra el altar mayor, de estilo neogótico, rodeado por grandes pinturas que representan escenas del Antiguo y Nuevo Testamento. Aunque las vidrieras del coro son de finales del s.XIX, alguna otra, como el Calvario y el Martirio de San Sebastián conservan partes del s.XV.


Pero lo que, sin lugar a dudas, más llama nuestra atención son los guardias que, a los pies del altar del Santo Sepulcro, de estilo gótico flamígero, son los encargados de vigilar la tumba de Cristo.


Aquí también disfrutamos de un paseo por otro pueblo de cuento con sus casas típicas de entramados de madera.


¿A que no esperabais encontrar en Obernai una casa con ventanas románicas (capiteles incluidos)?


Nos sorprende el patio Fastinger, un bonito patio privado que conserva elementos que se remontan al s.XV. La galería de madera fue añadida a principios del s.XVII por un jefe del gremio de los carniceros.



Terminamos nuestro paseo junto a las murallas, donde tenemos aparcado el coche.


Se va acercando peligrosamente la hora de montar en el tren, y a la entrada de Estrasburgo hay atasco. ¡Aaaaaaah! Menos mal que sólo hemos perdido diez minutos y hemos encontrado bien dónde tenemos que dejar el coche. Devolvemos a toda prisa nuestro Hyundai y nos dirigimos rápidamente hacia la estación. ¡Hasta la vista Alsacia!

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